La noche del pasado viernes 10 de octubre de 2025 se inscribió con letras vibrantes en la memoria de los amantes del rap y el hip hop en Costa Rica. El aclamado artista colombiano, Nanpa Básico, se adueñó del escenario del icónico Peppers Club en Zapote, San José, como parte de su esperada gira internacional “Duelo Tour”. Lejos de ser un simple concierto, lo que se vivió fue un ritual colectivo de lírica introspectiva, ritmos contundentes y una conexión palpable entre el artista y una audiencia que coreó cada verso con devoción febril.
Desde el anuncio de su regreso a tierras ticas, la expectativa se había disparado. Nanpa Básico, cuyo nombre de pila es Francisco David Rosero, se ha erigido como un pilar fundamental en la escena musical alternativa hispana, destacándose por una poética profunda que navega entre la crudeza de la vida urbana, el desamor melancólico y una filosofía de resistencia personal. Su estilo, que fusiona con maestría el rap con toques de reggae y ritmos latinos, promete siempre una experiencia que trasciende el mero entretenimiento. Y el viernes, la promesa se cumplió con creces.
El recinto, abarrotado mucho antes de la nueve de la noche, se convirtió en un crisol de energía impaciente. La diversidad de la multitud era un testimonio del amplio alcance del colombiano: jóvenes, adultos, parejas y grupos de amigos, todos unidos bajo el estandarte de la palabra convertida en rima. Cuando las luces se atenuaron y Nanpa Básico irrumpió en el escenario, la ovación fue ensordecedora, inaugurando una velada que no daría tregua al silencio ni a la pasividad.
La puesta en escena del “Duelo Tour” demostró ser, tal como se había anticipado, completamente renovada y enfocada en la intensidad emocional. El repertorio fue un recorrido meticuloso por los hitos de su discografía, salpicado, por supuesto, por los temas más recientes y emotivos de su álbum “Duelo”. Himnos generacionales como “Sin Ti”, “Me da Igual” y “Ya No Más” fueron recibidos con un fervor que obligó al propio artista a hacer pausas, visiblemente conmovido por el coro masivo que se elevaba desde el público. En esos momentos de comunión, la barrera entre el escenario y el público se desdibujaba, transformando el Peppers Club en un único, vibrante organismo que latía al ritmo del beat.
Nanpa Básico demostró una vez más su habilidad camaleónica para pasar de la introspección dolorosa a la celebración más enérgica. Hubo momentos para la catarsis, con versos que exploraban las heridas del desamor y la búsqueda de identidad, donde el público encendía las luces de sus móviles como un mar de pequeñas estrellas solidarias. Y hubo, también, espacio para la fiesta, con temas más rítmicos que invitaban al baile. La calidad del sonido y el manejo escénico del artista y su banda de apoyo fueron impecables, asegurando que cada matiz de sus complejas letras llegara con claridad y potencia emocional.
La productora Arrecife, a cargo del evento, había destacado previamente la conexión especial del artista con el público costarricense, y esta se hizo evidente en cada interacción. Nanpa Básico se dirigió a sus seguidores con humildad y gratitud, compartiendo reflexiones breves sobre el significado de algunas canciones y el proceso detrás de su arte. Esta cercanía, tan característica de su estilo, reforzó el ambiente íntimo a pesar de la magnitud del recinto.